José Ignacio Izquierdo
Primer Paracaidista Argentino
Lo conocí una tarde a
mediados de 1970. Tocó el timbre en la por entonces sede de la FAP, Tucumán 634
de capital federal y, cuando abrí la puerta, ese hombre de más de 1,85 de
estatura, bien trajeado, me dijo: “Soy
José Ignacio Izquierdo; algunas mentas dicen que fui el primer paracaidista
argentino”.
Casi caigo de espaldas, por
decirlo elegantemente. Agregó: “Y
vos serás el capo de aquí, según me han dicho”. Yo era
entonces presidente de la Federación. Esa misma noche arreglamos una cena con
algunos miembros del Consejo Ejecutivo.
Entre anécdotas, recuerdos, ironías y carcajadas, trabamos una intensa relación amistosa que terminó en
julio de 1982, cuando falleció en el Hospital Aeronáutico Central a la
edad de 78 años. Múltiples infartos y
embolia cerebral.
Sabíamos que estaba radicado
en Minas, R.O. del Uruguay, pero nunca habíamos tenido contacto con él. Un
pedazo inmenso de la historia de nuestro paracaidismo estaba con nosotros: el
primer argentino que había saltado desde “aeronave en vuelo”, con un paracaídas
de su propia fabricación.
Contaba que había construido
su paracaídas, al que denominó risueñamente la “boina de vasco”, en el año 1924.
Textualmente, según lo reprodujo Vicente Bonvissuto en su libro “Los
Parapioneros”, Izquierdo decía:
“Junté moneda a moneda para
adquirir los materiales. Corté la tela sobre los pisos del edificio de material
que se estaba construyendo para la Escuela (Escuela de Aviación Naval en la
Base de Puerto Belgrano). El ingeniero Hugo Pantolini, mi jefe, me ayudó cuanto
pudo en los cálculos de la resistencia de la tela y dándome los permisos
necesarios para que cumpliera mi propósito”.
Su hermana Ana y algunas demostradoras
de máquinas de coser de la firma “Singer”, cosieron el paracaídas. El 26 de
octubre de 1924 lo probó en un festival aeronáutico realizado en el Aeroclub
Bahía Blanca, adosándole un peso muerto de 66 kg. El piloto Adolfo Haro
testimonió por escrito que el ensayo se realizó desde 1000 metros de altura y
que el velamen se desplegó a los ocho segundos, con “excelentes resultados”.
Izquierdo tenía por ese
entonces 20 años de edad, y desde los 18 se había incorporado como aprendiz en
la Armada, con la secreta esperanza de formarse como piloto, lo que tan solo
pudo lograr varios años después, ya en la vida civil, después de haberse
alejado de la Escuela Naval, como enseguida veremos.
El párrafo anterior
viene a cuento, porque una vez que
terminó de fabricar el velamen de su paracaídas con sus respectivas cuerdas,
echó mano de una bolsa marinera y de allí salió la funda (testimonio de Félix
Sánchez, técnico e inspector de aeronaves). Este histórico paracaídas fue
donado y exhibido en el Museo Nacional de Aeronáutica, y suponemos que debe
estar por allí, en algún rincón…si es que no lo echaron a la basura.
En una oportunidad en que
Izquierdo salió en vuelo con tripulantes a quienes no les dijo una palabra de
sus intenciones, se arrojó del avión cuando éste había alcanzado una altura
razonable, lo que le proporcionó una gran alegría mientras que por otra – según
él – “le cortó la carrera”. Casi de inmediato “dejó de pertenecer a la Armada”.
Izquierdo nunca dio nombres de personas ni de qué avión había saltado.
Suponemos que fue un acto de lealtad para no comprometer ni involucrar a
terceras personas. De inmediato se trasladó a Buenos Aires, con su paracaídas a
cuestas. Comenzó a concurrir asiduamente al aeródromo San Fernando.
Transcurría el mes de mayo
de 1925, cuando el piloto Juan José Etcheverry le presentó al intendente de San
Fernando y le pidió autorización para que Izquierdo realizara un salto el 25 de
mayo, en conmemoración del 115° aniversario de la Revolución de Mayo.
Un día antes, el 24 de mayo
de 1925, Izquierdo habría realizado su segundo salto en el Hipódromo de
Témperley (Efemérides Aeronáutica, editada en 1961 por la secretaría
correspondiente), el que le sirvió como entrenamiento para el que realizaría un
día después en San Fernando. No existen constancias fehacientes de este
lanzamiento.
El salto realizado el 25 de
mayo de 1925 en el aeródromo San Fernando, está certificado en un acta y se le
reconoce oficialmente como el “primer salto en paracaídas realizado por un
argentino, el señor José Ignacio Izquierdo”. El piloto fue el muy
conocido y apreciado Marcelino
Viscarret. José Ignacio, que había cumplido 21 años de edad tres días antes de
este salto, aterrizó a escasos 50 metros
del grueso del público, con el jolgorio y alegría que era de prever…pero… el
asunto no terminó allí.
¡Lo llevaron preso! Izquierdo
llegó a suponer que los agentes trataban de protegerlo del entusiasmo popular,
pero no se trataba de eso. La policía creyó que había realizado una acción prohibida y que arrojarse con un paracaídas,
desde un avión, era un acto de irresponsabilidad inadmisible. Obviamente a las
pocas horas estuvo libre, y a la semana realizó otro salto en el aeródromo del
Aero Club Argentino, que por entonces funcionada donde hoy está ubicado el
Hipódromo de San Isidro.
José Ignacio Izquierdo fue
reconocido por la FAP otorgándole la Licencia Deportiva Honoraria Nro.1. El
Regimiento de Infantería Aerotransportada 14 le rindió homenaje y
reconocimiento el 8 de setiembre de 1970. Jorge de Bernardo escribió notas
periodísticas, y también yo tuve ocasión de publicar una calurosa y extensa
nota en la revista “Aviación y Astronáutica”. En Córdoba hizo amistad con José
“Pepe” Bassano, quien seguramente tendrá alguna anécdota que contar sobre este
personaje campechano, que relataba sus experiencias con total tranquilidad, casi sin darle
demasiada importancia a su histórica hazaña.
En noviembre de 1979 el
Comando en Jefe de la Fuerza Aérea impulsó y logró que Izquierdo fuese
declarado “Benemérito de la Aeronáutica Argentina”, mediante Ley 22.266.
Realmente fue una
experiencia inolvidable haber conocido y entablado relación con Izquierdo,
quien totalizó – según su propio testimonio – más de 70 saltos con su “boina de
vasco”, en giras que realizó por todo el país, algunas veces acompañado por la
precursora Enriqueta Fruchard de Jarfelt.
La Federación Argentina de
Paracaidismo lo declaró PRECUROR DEL PARACAIDISMO CIVIL ARGENTINO,
en acto que se llevó a cabo el 2 de agosto de 1985.
Tomás Dánil Berriolo
Presidente
Comisión Histórica FAP
Fue mi tio abuelo :)
ResponderEliminarHola Caro, llevo tiempo en una investigación histórica sobre esto. Podrías escribirme a mi mail y te cuento un poco más? Muchas gracias! lucasmartinezguardavidas@gmail.com
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